Es innegable que la historia contemporánea de Valparaíso esta íntimamente ligada a la figura del reconocido poeta chileno Pablo Neruda y viceversa. Fue en esta ciudad con ojos al océano Pacífico que el escritor, cansado del bullicio de Santiago, encontró una casa en obra gruesa ubicada en el cerro Florida con una infinita vista al mar, donde pensó que podría “vivir y escribir tranquilo”. La llamó La Sebastiana en honor a su constructor, Sebastián Collado, un español que, luego de buscar un lugar desde donde pudiera abarcar todo Valparaíso con la mirada, comenzó a edificar esta casa con la intención de vivir en ella cuando sus hijos se casaran. Sebastián falleció. El destino y la búsqueda de Sara Vial – poeta y amiga de Neruda – complotaron para que su próximo dueño fuera el poeta chileno, quien decidió ponerle ese nombre aduciendo que “si bien don Sebastián no hacía versos, era un poeta de la construcción”.
El 18 de septiembre de 1961 Neruda la inauguró e invitó a sus amigos a festejar. Desde entonces la habitó por períodos, en especial en la noche de Año Nuevo. Allí escribió importantes obras que lo consagraron y lo llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 1971. Con la muerte de Neruda, la casa quedó deshabitada por mucho tiempo, pero gracias a la Fundación Pablo Neruda y a la ayuda de Telefónica de España se logró reconstruir la legendaria casa del poeta. Se buscó con exactitud el color de cada pared, la ubicación de los cuadros y objetos de Pablo intentando encontrar el modo y la forma en que sólo Neruda sabía distribuirlos. Hoy se puede disfrutar de una visita al pasado dentro de La Sebastiana para ir descubriendo en cada uno de sus cinco pisos la forma de vida y los momentos más gloriosos y absurdos de quien fuera su dueño. Además, se puede revisar la obra del poeta en diferentes idiomas en la biblioteca y realizar un racconto de la vida de Neruda a través de una exposición de fotografías biográficas.
Al ingresar a La Sebastiana se logra percibir que no es una casa cualquiera. Cada sala fue pensada y decorada con una intencionalidad que la distingue de otras. El sitio se encuentra colmado de sueños y de esperanzas. La ornamentación forma parte de un gran detalle que la hace única e irrepetible, como lo fue Neruda. En el primer piso, por ejemplo, se observa un caballo de madera traído desde París y una colección de botellas de colores de diferentes formas. En el segundo piso se encuentra el bar, detrás del cual sólo Neruda podía pasar para preparar los tragos a sus amigos, en especial el trago “Coquetelón”, una mezcla de sabores con alcohol que estaba presente en todos sus festejos.
En el cuarto piso se encuentra la que fuera la habitación del escritor. Junto a la cama de bronce, Neruda instaló veladores y una cómoda de barco. “ Navegante de boca soy” decía, porque prefería mirar el mar desde tierra firme a navegar en el océano. Desde allí se logra obtener una impresionante vista panorámica de todo Valparaíso. Afuera, junto a la casa, se encuentra el Centro Cultural La Sebastiana, donde se realizan múltiples actividades tales como exposiciones, conferencias, ciclos y recitales de poesía y los talleres de poesía y vitrales que se imparten cada año. En su paso por Valparaíso, recomendamos conocer la casa-museo La Sebastiana, un lugar donde los versos de Neruda permanecen eternos en sus paredes y la vista se pierde en el horizonte infinito que se espía desde cada ventana.
El 18 de septiembre de 1961 Neruda la inauguró e invitó a sus amigos a festejar. Desde entonces la habitó por períodos, en especial en la noche de Año Nuevo. Allí escribió importantes obras que lo consagraron y lo llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 1971. Con la muerte de Neruda, la casa quedó deshabitada por mucho tiempo, pero gracias a la Fundación Pablo Neruda y a la ayuda de Telefónica de España se logró reconstruir la legendaria casa del poeta. Se buscó con exactitud el color de cada pared, la ubicación de los cuadros y objetos de Pablo intentando encontrar el modo y la forma en que sólo Neruda sabía distribuirlos. Hoy se puede disfrutar de una visita al pasado dentro de La Sebastiana para ir descubriendo en cada uno de sus cinco pisos la forma de vida y los momentos más gloriosos y absurdos de quien fuera su dueño. Además, se puede revisar la obra del poeta en diferentes idiomas en la biblioteca y realizar un racconto de la vida de Neruda a través de una exposición de fotografías biográficas.
Al ingresar a La Sebastiana se logra percibir que no es una casa cualquiera. Cada sala fue pensada y decorada con una intencionalidad que la distingue de otras. El sitio se encuentra colmado de sueños y de esperanzas. La ornamentación forma parte de un gran detalle que la hace única e irrepetible, como lo fue Neruda. En el primer piso, por ejemplo, se observa un caballo de madera traído desde París y una colección de botellas de colores de diferentes formas. En el segundo piso se encuentra el bar, detrás del cual sólo Neruda podía pasar para preparar los tragos a sus amigos, en especial el trago “Coquetelón”, una mezcla de sabores con alcohol que estaba presente en todos sus festejos.
En el cuarto piso se encuentra la que fuera la habitación del escritor. Junto a la cama de bronce, Neruda instaló veladores y una cómoda de barco. “ Navegante de boca soy” decía, porque prefería mirar el mar desde tierra firme a navegar en el océano. Desde allí se logra obtener una impresionante vista panorámica de todo Valparaíso. Afuera, junto a la casa, se encuentra el Centro Cultural La Sebastiana, donde se realizan múltiples actividades tales como exposiciones, conferencias, ciclos y recitales de poesía y los talleres de poesía y vitrales que se imparten cada año. En su paso por Valparaíso, recomendamos conocer la casa-museo La Sebastiana, un lugar donde los versos de Neruda permanecen eternos en sus paredes y la vista se pierde en el horizonte infinito que se espía desde cada ventana.
“Siento el cansancio de Santiago, quiero hallar en Valparaíso una casa para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos ojalá invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica, lejos de todo. Pero con comercio cerca. Además, tiene que ser muy barata. ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?” Carta de Neruda a su amiga y poeta Sara Vial.
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